Marrakech día 2: Tumbas saadíes, Palacio Badii, Palacio Bahia, Museo Dar si Said, Madraza Ben Yusuf, Musee du Marrakech, La Mamounia

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Empezando el día con un desayuno marroquí

Nos levantamos a las 07:20 para estar listos a las 08:00, que era cuando empezaba el desayuno. Lo pedimos en la terraza, adoro desayunar al sol y son muy pocas las veces que puedo hacerlo. A las 8:30 todavía no lo habían traído, así que nos quedó claro que a las 8 es cuando empiezan a hacer el desayuno, y más o menos les lleva media hora. A las 8:30 más o menos nos lo trajeron a la mesa y
por  fin pudimos deleitarnos con el tradicional desayuno marroquí, compuesto de té o café, zumo de naranja recién hecho, yogur, un huevo cocido, pan, mantequilla, mermelada y msemmen, una especie de crepes que al principio no me hacían mucho gracia pero de las que acabé siendo adicta (¡están buenísimas!)
055 - Riad Lakhdar
Superdesayuno marroquí
Tras reponer energías con el desayuno nos fuimos andando hasta la primera visita del día. Para llegar tuvimos que cruzar la imponente puerta Bab Agnaou, que daba acceso a la alcazaba o "kasbah" real.056 - Tumbas saudíes 057 - Tumbas saudíes 058 - Tumbas saudíes

Tumbas saadíes

La primera visita fueron las Tumbas saadíes, que a pesar de que datan del siglo XVI no se descubrieron hasta el siglo XX y aún hoy su entrada, por un estrecho callejón, nos da una idea del secretismo bajo el que se construyeron. El coste de la entrada (de la gran mayoría de las atracciones turísticas) es muy barato, pagamos 10 Dirhams por entrada (menos de 1€ al tipo de cambio actual).

El recinto alberga 66 tumbas y los restos de seis miembros de la Dinastía Saadí, entre ellos, el sultán Ahmad al-Mansur, coetáneo de Felipe II. Techos y paredes están bellamente decorados, pero hay bastante gente y sólo se pueden ver desde fuera, con la incomodidad que ello suponía, ya que había que hacer cola para poder acercarse a mirar.
059 - Tumbas saudíes 060 - Tumbas saudíes 061 - Tumbas saudíes 067 - Tumbas saudíes  Mientras estaba en una de las colas se acercó un gato a la barandilla donde yo estaba. Había muchísimos gatos callejeros por todo Marruecos, la mayoría bastante dóciles, pero callejeros al fin y al cabo. Yo adoro los gatos, así que me puse a rascarle la oreja al gato, al que parecía que le gustaba y cuando me moví en la cola vino detrás de mi. En ese momento ya me creí amiga del gato así que le acaricié por el lomo y me arañó la mano. Resulta que era una gata y estaba preñada, y no le debía gustar mucho que la anden toqueteando...No era un arañazo muy profundo, pero escocía de lo lindo. Mi madre puso el grito en el cielo y me mandó lavarme la mano inmediatamente, lo que hice con una toallita húmeda que llevaba en el bolso que me habían dado los de alguna aerolínea.
065 - Tumbas saudíes
La herida en cuestión, aunque sólo se percibe la parte sangrante y era poca cosa escocía muchísimo.
066 - Tumbas saudíes
La gata en cuestión
En la guía había leído que hay que tener cuidado con las mordeduras de perro, porque pueden transmitir la rabia, que es endémica en Marruecos, pero pensé que con un gato no habría problema (primer error: la rabia la transmiten todos los animales mamíferos!- más sobre mi angustia en días venideros-).

Palacio El Badi

Muy cerca de las tumbas se encontraba nuestra siguiente visita. Para llegar hasta allí apenas dimos un corto paseo y pasamos por delante de la Mezquita de la Kasbah. Es  muy parecida a la de la Koutubia pero es más pequeña y conserva los azulejos verdes originales.
068 - Medina
En los alrededores de la plaza hay un mercado de frutas y verduras, y también puestos donde vendían flores secas:
070 - Medina 072 - Medina
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Puesto de higos chumbos
074 - Medina

El Palais El Badii  o Palacio el Badi fue construido en el siglo XVI por Ahmad al-Mansur (el mismo sultán saadí que está enterrado en las Tumbas) y era la maravilla del mundo musulmán, con paredes y techos decorados en oro. El sultán sucesor lo mandó destruir y hoy en día no quedan más que unas preciosas ruinas pobladas por cigüeñas, que los bereberes consideran aves sagradas porque una vieja creencia dice que son seres humanos reencarnados.
075 - Palacio El Badii
El patio del Palacio contaba con cinco estanques y cuatro jardines:
076 - Palacio El Badii
En el edificio anexo se encontraban los establos y las mazmorras, unas cámaras semisubterráneas que también se pueden visitar. El Palacio se usa ahora como museo, de hecho había bastantes obras de diferentes artistas por todo el recinto.
080 - Palacio El Badii
Junto con la entrada al Palacio, que también tenía un coste irrisorio (menos de 1€) cogimos también la entrada para ver el  el minbar (púlpito) de la Koutoubia. Este minbar desde donde el imán lee las oraciones de los viernes, fue hecho en Córdoba por los almorávides en el siglo XII y está considerado una obra maestra del arte islámico español.

También se puede subir a la única torre que se conserva intacta y desde su azotea admirar las vistas sobre los tejados de Marrakech:
081 - Palacio El Badii
Y sobre el interior del palacio:
082 - Palacio El Badii

Palacio Bahia

El acceso al Palacio Bahia, muy cercano al Badia, se hace por una larga calle ajardinada. En su interior hay varios patios con naranjos que impregnan el aire con olor a azahar.
086 - Palacio Bahia 087 - Palacio Bahia
El Palacio Bahia -brillante- fue erigido por Si Moussa, gran visir del sultán, a finales del siglo XIX para su uso personal con la intención de ser el mayor palacio de todos los tiempos. El esclavo negro Abu Bou Ahmed, que llegó a visir, fue el encargado de seguir con la construcción más adelante y expandió el palacio hasta su extensión actual. Las estancias están bellamente decoradas con alicatados zellij y estucados en paredes y techos.
089 - Palacio Bahia
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Los motivos no se repetían en ninguna decoración
090 - Palacio Bahia

Museo Dar si Said

Muy cerca del Palacio Bahia se encuentra el Museo Dar si Said. Este museo comenzó siendo la casa de Si Said, el hermano del gran visir Bou Ahmed (el segundo constructor del Palacio Bahia). Hoy en día alberga un museo de artes decorativas donde se expone mobiliario, armas o alfombras, pero lo verdaderamente impresionante es su decoración.
095 - Museo Dar si Said 098 - Museo Dar si Said
Mirases donde mirases todo estaba perfecta y exquisitamente decorado. Quitaba el aliento:099 - Museo Dar si Said
102 - Museo Dar si Said
Detalle de uno de los techos en madera
106 - Museo Dar si Said
Bóveda de una de las estancias
A mi las puertas me tenían fascinadas, eran toda una obra de arte:
103 - Museo Dar si Said
Puertas en el interior del Museo Dar si Said
109 - Museo Dar si Said
Detalle de la decoración
104 - Museo Dar si Said
Las puertas se encontraban en línea unas con otras
105 - Museo Dar si Said
Decoración interior
107 - Museo Dar si Said
Aquí los motivos también eran diferentes en cada nivel

Comida en Jemaa El Fna

Ya era mediodía y el hambre empezaba a apretar, así que nos acercamos a la Plaza para comer en uno de los restaurantes que llevábamos apuntado. A esas horas, como a todas, la plaza era un constante ir y venir de gente y más gente, puestos de verdura, de ropa, vendedores ambulantes, encantadores de serpiente y tatuadoras de henna.
110 - Plaza Jemaa El Fna 112 - Plaza Jemaa El Fna 113 - Plaza Jemaa El Fna

La comida la hicimos en un local bastante típico y barato (Chez Chegrouni: mi crítica en Tripadvisor aquí). Subimos hasta la terraza de arriba, pero estaba cerrada con un plástico transparente y aunque se podía sentar uno sin problema las vistas no eran lo mismo y el calor acumulado era bastante agobiante, así que decidimos comer en la terraza de la entrada.

Nos pedimos un tajín de cordero que era más hueso que otra cosa, cuscús con pollo y verduras y pastilla (o pastela, que estaba deliciosa). Para beber probamos el zumo de aguacate.
114 - Chez Chegrouni 116 - Chez Chegrouni
La verdad es que se estaba muy bien allí, observando el bullicio de la plaza. De vez en cuando se acercaban vendedores a vendernos tabaco, una botella llena de un líquido amarillo extraño que vendían como aceite de argán (la guía decía que no te fiases de los que te lo ofreciesen en la plaza), y también unos chicos que hacían acrobacias y que después pasaron a pedir por las mesas.

Madraza de Ben Youssef y Musee du Marrakech

Al sol se estaba muy bien, pero a la sombra la temperatura no era tan agradable, así que después de tanto tiempo tiempo sentados comiendo a la sombra estábamos deseando volver al sol. Atravesamos la plaza y los zocos hasta la parte norte de la ciudad, rumbo a la Madraza que no habíamos podido ver el día anterior.
120 - Zocos 121 - Zocos

Madraza de Ben Youssef

La Madraza de Ben Youssef fue erigida en el siglo XIV por el sultán Moulay Abdallah. Esta escuela coránica acogía cerca de 900 estudiantes alojados en las minúsculas celdas dispuestas alrededor del patio central.
123 - Madraza Ben Yusef
Patio central 
126 - Madraza Ben Yusef
Detalle del primer piso de la madraza
125 - Madraza Ben Yusef
Alicatado zellij con motivos de estrellas de ocho puntas bajo un friso de caligrafía coránica
132 - Madraza Ben Yusef
Patio interno donde se comunicaban las celas del primer piso y la planta baja
133 - Madraza Ben Yusef
Detalle de la entrada a una celda
135 - Madraza Ben Yusef
Asomada a una de las ventanas de las celdas del primer piso

Musée du Marrakech

Junto con la entrada de la Madraza se puede también coger la entrada del Musée du Marrakech, que fue lo que hicimos. El Musée du Marrakech es un antiguo palacio reconvertido en museo y sala de exposiciones.

En el museo tenían enmarcadas varias frases relacionadas con Marruecos que me gustaron mucho, especialmente porque aunque estaban en francés era capaz de entenderlas (ir a Marruecos es un buen campo de prácticas para los que estamos estudiando francés xD).
My creation
Pero sin duda lo más impresionante del museo era la lámpara del patio central:
140 - Musée du Marrakech Y las de las salas contiguas tampoco se quedaban atrás:
144 - Musée du Marrakech 145 - Musée du Marrakech
Y por supuestos las puertas, que me seguían fascinando con sus espectaculares diseños:
143 - Musée du Marrakech

Una visita agobiante a la Curtiduría

Muy cerca de la Madraza se encuentra la zona de las Curtidurías, a la que yo no tenía previsto ir, pero mi madre me picó diciéndome que a veces hay que dejarse llevar y no hacer tanto caso a las guías. Así que allá fuimos, adentrándonos en las calles que iban al norte de la Medina. El ambiente empezó a volverse muy diferente al del resto de calles, apenas había comercios y los locales nos seguían con la mirada. Las motos subían y bajaban la calle en busca de turistas a los que sacar unos euros y algunos incluso nos siguieron durante varios metros. De las curtidurías, salvo el olor (que no era tan insoportable como yo había imaginado), no vimos ni rastro. La mayoría de talleres y portalones estaban cerrados, así que en cuanto llegamos a la puerta norte de la muralla dimos la vuelta, volviendo por la misma calle. La situación empezó a agobiarnos bastante, sobre todo porque éramos los únicos turistas en la zona y todo el mundo nos miraba al pasar, y de nuevo había gente que nos siguió durante unos metros. Al final nos encontramos con una familia de franceses y nos unimos a ellos, de esta forma nos dejaron en paz y pudimos volver a la plaza más tranquilos.

El tatuaje de henna

Al volver a Jemaa El Fna nos abordó una chica para vendernos un tatuaje de henna. Yo sabía que no me iba a poder resistir porque me encantan, así que quería echar un vistazo a los precios, pero no precisamente en ese momento. La chica, que hablaba español bastante bien (lo que no era muy común) empezó a enseñarme dibujos y me cogió la mano para hacerme uno. Yo le dije que no lo quería en ese momento y me dijo que me iba a hacer una prueba para saber si me daba alergia. Fue inútil resistirse, a los 5 minutos tenía la mano pintada, y como yo no protestaba ella seguía. Hasta me preguntó mi nombre y me lo escribió en letras árabes.

Al terminar me pidió unos 300 Dirhams (unos 30€) , pero le dije que no y ella insistía en que era henna negra y que era más cara. Yo tan feliz como estaba con mi tatuaje no era capaz de regatear, porque con una sonrisa tonta y encantada con él no iba a conseguir bajarle nada. Así que se peleó un poco con ella mi madre, pero al final acabamos pagando 10€ cuando su precio normal ronda los 3€.
149 - Plaza Jemaa El Fna

Consejos sobre el tatuaje de henna

Vista mi experiencia y los datos que he ido recopilando a posteriori los mejores consejos que os puedo dar si os queréis hacer un tatuaje de henna son:

  • El tatuaje suele valer 3€, pero si sabes regatear bien y te ves con fuerzas lo puedes sacar por 1€ o incluso menos. El diseño del mismo puede ser a libre elección (tuya o de la tatuadora) o bien copiando alguno de los diseños que elijas de las fotos que te mostrarán.
  • Hay dos tipos de henna, la negra y la roja. La roja es más natural (el rojo es el color de la henna) y la negra suele tener algún colorante. En teoría la negra puede dar más alergias (yo me he hecho dos de henna negra y no he tenido reacción alguna) y dura más que la roja, por eso lo intentarán cobrar más caro.
  • En la Plaza de Jemaa El Fna las tatuadoras hacen el tatuaje muy grande y bastante a las prisas, aunque yo no tengo queja con el diseño que me hicieron porque me gustó mucho. En la Plaza de las Especias las vendedoras son menos agobiantes y los tatuajes más baratos. De hecho allí al día siguiente me ofrecieron un tatuaje por 50 Dirhams (50 céntimos de euro).
  • Durante la siguiente media hora hay que evitar tocar el dibujo porque se emborronará y no se fijarán bien, además de evitar tocar la ropa u otros objetos que se puedan manchar.
  • Cuando la henna está seca se vuelve dura, y se tiene que quitar despegándola de la piel para descubrir el dibujo que deja. 
  • Si no está bien seco puede manchar ropa, toallas y sábanas. Para asegurarse de que no mancha lo mejor es coger un papel humedecido y darle toquecitos al dibujo hasta que que el papel salga limpio. Si sale amarillo es que todavía no está seco de todo.
  • Para que dure más tiempo lo ideal es dejar secar el tatuaje al sol durante unas 5 horas (yo apenas lo dejé secar media y me duró poquísimo) y evitar mojar la parte tatuada durante las primeras 12 horas. Cuanto más laves la zona o si sudas durará menos.

Hotel La Mamounia

A esas horas de la tarde ya estábamos bastante cansados del tute que nos habíamos pegado, así que decidimos acabar el día de visitas en el Hotel La Mamounia. Este lujoso hotel fue construido para ser el palacio del príncipe heredero de Marruecos, pero los franceses lo convirtieron en un hotel para la empresa de ferrocarriles. Habíamos leído que se exige cierta etiqueta para acceder al hotel, y nosotros íbamos vestidos normales con pantalones vaqueros y zapatillas deportivas, pero no nos dijeron nada, tan sólo nos hicieron dejar la mochila a la entrada.
175 - Jardines de la Koutubia
152 - Hotel La Mamounia

El hotel por dentro es espectacular, y a Mr. Knook inclusó le indignó tanto lujo al lado de la pobre Medina. Pero estábamos allí para disfrutar, así que nos dirigimos a la terraza, nos acomodaron en unos sillones y divanes muy cómodos y pedimos unos refrescos y batidos de chocolate, que era de lo más asequible que había en la carta (a 6€ la consumición, más o menos). Por suerte por ese precio nos pusieron también cacahuetes, avellanas con curry y aceitunas especiadas. Todo estaba muy fresco y muy rico.
153 - Hotel La Mamounia
Nos relajamos allí un buen rato y cuando nos dimos cuenta ya había anochecido. Todavía nos faltaba pasear por los jardines, que si de día eran bonitos, de noche estaban iluminados por miles de farolillos, lo que le daba un aire romántico. Pensamos el trabajo que debía dar eso, todos los días poner velas nuevas dentro, aunque no hay duda de que le daba un ambiente muy íntimo y especial.
158 - Hotel La Mamounia
Mi madre se iba fijando en todas las especies de árboles y flores, y hasta nos enseñó un platanero con los plátanos colgando, algo que me pareció muy curioso y que no habíamos visto nunca (es lo que tiene no haber ido a Canarias todavía xD).
159 - Hotel La Mamounia

El ambiente nocturno de Jemaa El Fna

Volvimos a la Plaza a echar un vistazo al ambiente nocturno. De un lado bailarines, cuentacuentos, magos, músicos y adivinos rodeados de gente (la gran mayoría locales y no turistas) que prestaban atención a sus danzas, su música o sus cuentos. Para los turistas que no sabemos árabe disfrutar del espectáculo era cosa complicada, porque no entendíamos nada.
160 - Plaza Jemaa El Fnaa
Del otro lado la nube de humo de las parrillas. Todos los días se montan por la noche puestos de comida, y los vendedores te persiguen para que entres en el suyo. Nos acercamos a echar un vistazo a los puestos más recomendados en guías y foros: el 31 y el 14.
161 - Plaza Jemaa El Fnaa 162 - Plaza Jemaa El Fnaa 163 - Plaza Jemaa El Fnaa 164 - Plaza Jemaa El Fnaa
La higiene  de platos y vasos no es la mejor, ya que se meten todos en un barreño cuya agua apenas se cambia en toda la noche. Yo tenía ganas de probar a cenar allí un día, pero ya nos habían advertido de que a los turistas no solía sentarle muy bien, así que no me quería arriesgar a hacerlo tan pronto, mejor el último día para no arruinar el viaje.

Cena en el Café Arabe

Por fortuna llevábamos muchos sitios apuntados, así que nos decidimos por uno de ellos (Café Arabe: mi crítica en Tripadvisor aquí). Cuando llegamos estaba lleno y no había sitio en la terraza, así que nos ofrecieron esperar en el bar o cenar en la planta baja. Decidimos esperar, la terraza tenía muy buena pinta y al final apenas esperamos 10 minutos hasta que nos dieron una mesa libre. 167 - Cafe Arab
A pesar del calor durante el día, era principios de marzo y por las noches todavía refrescaba bastante. Como la terraza era semicubierta, acabamos comiendo con el abrigo por encima de los hombros. Nada grave, pero esa terraza en mayo tiene que ser una delicia. Además tenían buena música ambiente, muy agradable, lo que suele ser bastante raro. Para la cena nos decidimos por unos rollitos de queso, pastela y variado de ensaladas marroquíes. Mi madre no se quiso arriesgar, por si le sentaba mal tanta especia, y se pidió unos canelones que resultaron exquisitos.
168 - Cafe Arab
Rollitos de queso de cabra, muy buenos
169 - Cafe Arab
Pastilla de pollo, no estaba mal pero mejor la de Chez Chegrouni del mediodía
170 - Cafe Arab
Ensaladas marroquíes variadas (berenjena, lentejas, pimientos...). Todas muy buenas.
La verdad es que a mí me encantó este restaurante, el ambiente era ideal, la carta muy apetitosa, la comida muy rica y además cobraban con tarjeta. El Café Arabe además es de los pocos sitios donde venden alcohol, la gran mayoría no suele hacerlo (ya que la ley islámica prohíbe el alcohol) así que si eres de los de comer con una cerveza o un vino, o tomar una copa o un cóctel aquí se puede hacer.

Y con esta deliciosa cena en un ambiente tan chulo despedimos nuestro segundo día en Marrakech, encantados de la vida :)
171 - Cafe Arab

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