Estocolmo día 3: Museo Vasa, Museo Nórdico y Södermalm

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Museo Vasa

El día había amanecido muy lluvioso, cosa que ya sabíamos que pasaría, así que como solemos hacer en estos casos reservamos la jornada desapacible para ir de museos. Madrugamos bastante para poder ir andando y llegar a primera hora. El museo en verano abre a las 8:30 y nosotros llegamos a las 09:30. A esas horas en Strandvägen, el boulevard marítimo, no había ni un alma. [Tip: Madrugar y verlo a primera hora es fundamental, ya que se trata del museo más famoso de todo Estocolmo y a partir de las 11-12 se empiezan a formar grandes colas para entrar y dentro está tan lleno de gente que no es muy agradable].
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La entrada del museo incluye una audiogía gratuita en español, tan sólo hay que conectarse al wifi del museo, entrar en la página que ellos te indican e ir pulsando los número adecuados en cada caso. [Tip: Recomendable llevar cascos para no tener que andar acercando el teléfono a la oreja todo el rato]. También se puede reservar una visita guiada en grupo, pero a nosotros no nos convenía el horario.

El Museo Vasa (Vasa Museet) guarda en su interior un buque de guerra del siglo XVII que se hundió nada más botarlo y que se rescató prácticamente intacto tres siglos después. A través de distintas informaciones se cuenta la historia de su construcción, hundimiento y rescate, así como las posibles causas de tal desastre.
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El barco original, montado dentro del museo
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Grabado con el barco tal y como sería en la época
Todo en su construcción era excesivo, hecho por y para infundir miedo y respeto nada más verlo navegar: el mascarón de proa, el escudo sueco en la popa, tallas y esculturas varias, las troneras con imágenes de leones... El Vasa tenía que ser el mejor navío de la flota, no en vano se había construido por orden del Rey Gustavo Adolfo II.
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Maqueta on la popa pintada tal y como sería el original
En la primera parte del recorrido se habla de su construcción, la gente que trabajaba en los astilleros, los distintos cambios que se hicieron sobre la marcha, la decoración y la vida a bordo. Luego se habla del desastre de su hundimiento y la posterior investigación que se llevó a cabo para determinar de quién era la culpa. También se habla de la búsqueda del barco, que había permanecido sumergido y cubierto por fango en una zona de bajas temperaturas y poca salinidad, lo que permitió su conservación y rescate casi intacto, 333 años después. Y por último se nos cuenta los tremendos esfuerzos técnicos que hubo que hacer para conseguir preservar el barco una vez  sacado a flote, evitar la oxidación de los hierros y la podredumbre de la madera. Sobre las causas de su hundimiento, prefiero no decir nada para no estropear a nadie la sorpresa ;)

La verdad es que el museo es muy interesante, y aunque teníamos pensado dedicarle poco tiempo, la historia nos enganchó tanto que estuvimos 3 horas. Queríamos habernos quedado a comer allí, pero a esas horas (12:30) había tantísima gente que ya estábamos bastante agobiados y lo que queríamos era acabar de ver el museo e irnos. Nos agobiaban especialmente los grupos de turistas chinos que eran bastante irrespetuosos y maleducados. Un grupito me mandó apartarme de muy malos modos mientras yo estaba viendo una pieza de la exposición para que ellos pudieran sacarse una foto. Les trajo sin cuidado que yo estuviera allí antes, que estuviera leyendo el cartel informativo y por supuesto no podían esperar a que yo acabara. Total para qué, se sacaban 200 fotos en cada pieza, pero ni se molestaban en saber lo que eran :(

Museo Nórdico

Decidimos entonces cambiar de museo e irnos al Museo Nórdico, que está justo al lado del Vasa, pero antes de nada fuimos al restaurante donde pudimos degustar algunos platos típicos (Restaurante Nordiska Museets Matsal: mi crítica en Tripadvisor aquí). En realidad no es un restaurante, sino una cafetería donde hay varios platos del día. Elegimos las archiconocidas albóndigas suecas (köttbullar) y una tartaleta de rulo de cabra, y de postre un bollo de cardamomo (Kardemummabullar), muy típico.
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Las riquísimas kötbullar
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Tartaleta, no tan típica pero un plato recurrente en los restaurantes de museos xD
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bollito de cardamomo

El Museo Nórdico (Nordiska Museet) está dedicado a la historia del pueblo sueco y fue fundado en el siglo XIX por Artur Hazeluis, fundador también del Skansen donde habíamos estado el día anterior. En el se representan las costumbres y modos de vida desde el siglo XVI hasta la actualidad. Se pueden ver muestras de joyería, muebles, tapices, ropa, juguetes...
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Pero a nosotros lo que más nos gustó fue la parte de Hogares e interiores que recreaba diferentes salones de casas suecas a lo largo de los siglos
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Y la de Servicios de mesa, que se centraba en las diferentes festividades y celebraciones típicas suecas, así como los platos típicos según la estación y las clases sociales
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También nos encantó la parte interactiva en donde podías entrar en una reconstrucción de un apartamento de construcción social de 1940. Era muy acogedor, me hubiera quedado a vivir allí!! xDDD
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Sentaos, ¿os pongo algo de picar? ¿qué queréis beber?
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A pesar de mi cara de buena, sí, abrí todos los cajones, puertas y alacenas.
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Qué interesante esta revista y qué cómodo mi sofá
Y no podemos dejar de mencionar la imponente estatua de roble de Gustavo Vasa, primer rey de la Suecia independiente, que preside el hall central.
Sin título Cuando salimos ya no llovía, así que nos acercamos hasta uno de los puertos de al lado. Desde allí pudimos ver el edificio del Nordiska, y también el del Vasa, por fuera.
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Nordiska Museet, el Museo Nórdico
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Vasa museet

En el campo aledaño encontramos otro maypole de Midsommar, pero mucho más pequeño que los que habíamos visto en Skansen.
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En el puerto, aparte de embarcaciones deportivas, encontramos crías de cisne, era la primera vez que las veíamos en nuestra vida (y no sería la última en ese viaje jeje).
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En el puerto se encontraban dos barcos históricos: El rompehielos Sankt Erik y el buque-faro Finngrudet, construido en 1903 y que se anclaba en la orilla de Finngrud, antes de que los actuales faros automáticos existiesen. Ambos son hoy en día un museo y están anclados al lado del Vasa, así que se pueden visitar por dentro. Por desgracia ese día era Midsommar, festivo en toda Suecia, y estaban cerrados.
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Sin título Volvimos andando por Strandvagen, ahora sí, mucho más animada.
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Södermalm

Aprovechando el buen día que se había quedado cogimos el metro hasta Södermalm, el Brooklyn de Estocolmo. Se encuentra en una colina, lleno de restaurantes, tiendas y casitas, y unas vistas sin igual de Estocolmo. Al llegar nos dirigimos al Katarinahissen, el ascensor Katarina. Se trata de un ascensor que conecta la plaza de Slussen, la parte más baja de Södermalm, con la más alta, para salvar los 38 metros que las separan. Se construyó en el siglo XIX, pero actualmente está cerrado por motivos de seguridad. Se puede subir igualmente para ver las vistas, sólo que hay que subir al Restaurante Gondolen, en un ascensor mucho más moderno y sin puertas de seguridad en el que hay que mantener brazos y pies bien adentro para que no se pare sin querer, como nos pasó a nosotros (con regañina incluida de un grupo de suecos que subían con nosotros y estaban hasta el moño de los turistas ¡ups!).Sin título Sin título
Desde lo alto se divisa Gamla Stan, e incluso el Ayuntamiento, así como la parte de los muelles desde donde salen los ferry a distintas partes del Báltico.
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Vista de la Plaza Slussen en obras y, al fondo, Gamla Stan.

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El Ayuntamiento (izquierda) y la iglesai de Riddarholmen (derecha).
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El ambiente era muy animado, pero las aceras eran un destrozapies en toda regla. Estaban formadas por unos adoquines de tamaño gigantesco, que te martirizaba el pie hasta tal punto que empezamos a ir por entre los dibujos, que al menos, eran planos. Además yo tuve la mala fortuna de ponerme unos zapatos que me apretaban, y no veía la hora de poder quitármelos.
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Ambientazo en Södermalm
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Las típicas calles, tortura para los pies
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Primer plano de los adoquines gigantes y yo, por el borde, para no sufrir
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La calle Fjälgatan conserva este empedrado, y de ella se dice que es la más bonita de la ciudad. A nosotros no nos pareció para tanto la calle, pero el parque de abajo sí vale la pena, ya que hay buenas vistas de la ciudad, en concreto de la zona este (mientras que desde el ascensor se veía más el oeste).
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Casitas de Fjälgatan
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Vistas de la isla de Djurgarden, con el parque de atracciones Gröna Lund en primer plano
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Ferry-crucero que hace el trayecto Estocolmo-Helsinki
Pero sin duda acercarnos hasta Fjälgatan nos compensó porque dimos con uno de los sitios mejor valorados de Estocolmo: el restaurante vegetariano Hermans (Restaurante Hermans: mi crítica en Tripadvisor aquí). Por 17€ persona teníamos un buffet libre vegetariano con una vistas espectaculares sobre Estocolmo en una pequeña terraza ajardinada. Además que estaba todo buenísimo y nos pusimos las botas probando los distintos platos y acompañamientos.
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La verdad es que nos hubiéramos quedado allí arriba toda la noche, pero empezaba a refrescar y decidimos volver al sol e ir a la parte baja de Södermalm. En esta zona también había un ascensor pero también estaba cerrado, así que tuvimos que bajar por las escaleras. Desde abajo se podía ver perfectamente la colina que separa ambas partes.
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Aprovechamos que el Fotografiska, el Museo de Fotografía contemporánea, estaba justo a nuestros pies y abría hasta muy tarde (01:00 a.m) para visitarlo. A pesar del nombre no se trata de un museo, porque no tiene una colección permanente, si no que programa diferentes exposiciones a lo largo del año. Es muy famoso su restaurante, pero está cerrado en verano.
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Después volvimos al hotel en el metro, en una noche blanca muy agradable y que, esta vez sí, pude cazar a las 2:00 a.m. cuando me despertó por la noche el ruido de un pub cercano y me asomé al balcón. A pesar de la hora, el cielo seguía siendo azul y parecía que el sol no tardaría en asomar y empezar a amanecer. Sin duda algo de lo más espectacular para alguien del sur de Europa como nosotros.
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Las noches blancas. Foto del cielo azul a las 2:00 a.m.

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