Praga día 0: Llegada y reconocimiento (Malá Strana, Puente de Carlos, Staré Město)

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Rumbo a Praga

Primer vuelo en 2 años

Después de casi 2 años sin hacer ninguna escapada fuera de España (con la excepción de 3 días en Portugal el año pasado) por fin llegó el momento en que tanto Mr. Knook como yo estábamos libres de estudio y disponibles para retomar los viajes. Hubo un momento en que dudé si este día llegaría xD. La escapada fue muy improvisada, ya que sólo teníamos 15 días antes de que Mr. Knook se tuviera que poner a estudiar de nuevo. Así que con tan sólo una semana de antelación empezamos a mirar posibles destinos. Pero tuvimos suerte y el destino quiso que los vuelos más asequibles fueran a Praga (más incluso que otros planificados con mucha más antelación). Además se daba la casualidad de que ya teníamos una guía sin estrenar desde hacía 2 años que nos habían regalado los Reyes. Una semana en Praga se nos antojó magnífico para retomar las escapadas culturales, pasear por la ciudad sin prisa y despejarnos mentalmente que tanta falta nos hacía.

A las 5 de la mañana nos levantamos para tomar el primer avión del día con destino Madrid, que era nuestra escala hacia Praga. El taxista que nos recogió fue bastante amable, y no tardamos ni 15 minutos en llegar al aeopuerto. Como siempre a esas horas todo va muy fluido, y pasamos el control rápidamente, el embarque se realizó sin más problemas y a las 8 ya estábamos viendo amanecer en Madrid.
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El vuelo de las 7 de la mañana es la muerte, pero lo mitigan estos amaneceres desde la T4

Aprovechando la espera entre vuelos, me compré una mochila, ya que tanto estudio me había dejado un hombro tocado y no quería arriesgarme a volver lesionada por cargar el bolso sólo de un lado. Todavía recordaba la lesión de rodilla en Viena, y no tenía ganas de repetir. El siguiente vuelo salió a su hora, y en nuestro recorrido hacia la capital checa fuimos siguiendo la línea de los Alpes, que se divisaban perfectamente desde el avión.
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Recomendaciones de una local

Dio la casualidad que a nuestro lado se sentó una señora que viajaba con su hijo. Nos preguntó cuánto tiempo íbamos a estar en Praga, qué teníamos pensado ver, en fin, lo normal por hacer conversación. Pero después resultó que era checa y que ahora vivía en los EE.UU, había nacido en Praga y hasta había asistido a las manifestaciones de la famosa Revolución de Terciopelo en la Plaza Wenceslao. Nos dio muchos tips e ideas para visitar, y nos aseguró que nos iba a encantar la ciudad. No le faltaría razón.

Llegada al hotel

Para llegar hasta el hotel teníamos que usar 3 medios de transporte: autobús primero, metro después y, finalmente, tranvía. Los billetes los compramos en el aeropuerto, y sirven, como en la mayoría de las ciudades, para los 3 medios de transporte, con la única limitación del tiempo de viaje, que puede ser de 30 o 90 minutos en términos generales. Nos llamó la atención del metro que era muy profundo, como el de Moscú, ¡llegaba un punto en que parecía que estabas subiendo en vertical!
Sin título Nuestro hotel estaba en Malá Strana, la Ciudad Pequeña, y un buen sitio para quedarse, ya que está a poca distancia andando de la Ciudad Vieja (Hotel Kampa: mi crítica en Tripadvisor aquí). La verdad es que la ubicación del hotel no podía ser mejor, parada de tranvía a 1 minuto, restaurantes varios en los alrededores, kioskos y el Puente de Carlos a menos de 5 minutos andando. ¡Ideal!
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La habitación del hotel y mi supermochila nueva
El hotel estaba situado en un antiguo palacio del siglo XVII, razón por la cual alguna de sus estructuras son antiguas. Nos llamó la atención el ascensor, rojo, pequeñísimo y sin puerta de seguridad, según te montabas ibas viendo pasar los pisos y podías tocarlos sin problema. Daba un pelín de miedo.
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El mini-ascensor del hotel. 

Malá Strana: Tranvías y el Niño Jesús de Praga

Una vez liberados de las maletas ya pudimos salir a patear la ciudad. Lo primero que llamaba la atención es la cantidad de tranvías que hay por la calle, más nuevos o más viejos, pero con una frecuencia de paso que no llega a los 5 minutos ¡increíble! (y súper práctico para moverse).
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La primera parada del día estaba a 5 minutos del hotel, la Iglesia de Iglesia de Nuestra Señora de la Victoria. Esta iglesia no entraba para nada en nuestros planes, pero es que mi abuela me había encomendado una ofrenda al Niño Jesús de Praga (por lo visto muy famoso en España) y no podía negarme (y menos teniéndolo tan cerca).
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Iglesia de Nuestra Señora de la Victoria
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El Niño Jesús de Praga, con manto verde (cada cierto tiempo se le cambia el manto y el color del mismo)
No me pude resistir a probar el Trdelnik, que aunque mucha gente duda de que sea tradicional en Praga, lo cierto es que estaban por todas partes. En origen era una masa hojaldrada con una peculiar forma, enrollada y hueca, pero que hoy en día se toma así o rellena de todo lo imaginable: nata, chocolate, helado... Yo me decidí por uno relleno de chocolate, en los días posteriores probaría uno más auténtico, sin ningún añadido, y bastante más bueno.
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Feliz de la vida, de viaje y probando cosas nuevas (y medio cortada porque los locales miraban de reojo a la guiri xD)

El Puente de Carlos 

El famosísimo  Puente de Carlos (Karlův most en checo), una de las imágenes más conocidas de Praga, fue la siguiente visita. Es el puente más antiguo de Praga, mandado construir por Carlos IV (de ahí su nombre) en el siglo XIV. Comunica Malá Strana con Staré Město, la Ciudad Vieja. Mide más de 500 metros de largo y a cada lado se encuentran variadas estatuas de santos y patrones del país. El día se había nublado bastante, pero al menos no hacía mucho frío. Tal vez por eso la primera impresión no nos dijo mucho, pero a fuerza de cruzarlo día sí y día también en los días venideros, a diferentes horas del día, con gente, sin gente, abarrotado, nos acabamos por enamorar de este puente por toda la vida que tiene a su alrededor y las impresionantes vistas desde las Torres que lo delimitan.Sin título Sin título Sin título
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San Wenceslao, en el centro, patrón de la República Checa
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San Juan Nepomuceno, patrón de Bohemia

La Plaza de la Ciudad Vieja y el Reloj Astronómico

Seguimos nuestro camino por la calle Karlova, hasta llegar a la Plaza de la Ciudad Vieja (Staromestské námestí), otro de los puntos más míticos de la ciudad, pero nos detuvimos antes para admirar, en la fachada de la Torre del Ayuntamiento, el mitiquísimo Reloj Astronómico (Staroměstský orloj) una maravilla mecánica que data del siglo XV. Los detalles del mismo nos los contarían al día siguiente, en este caso nosotros nos conformamos con esperar a la hora en punto para ver el desfile de los santos y la acción de las figuras, sin duda asombroso para la fecha de su construcción. [Tip: La gente se arremolina en torno al reloj unos 5 minutos antes para ver el espectáculo. Es buena idea ir fuera de las horas en punto para poder sacar fotos más tranquilamente, ya que así no hay casi gente.]
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La Plaza de la Ciudad Vieja, junto con el reloj y el Puente, son para mí la tríada indiscutible de Praga. Con razón son unos de sus principales reclamos turísticos. Son preciosos, están tremendamente cuidados y llenos de vida y tienen mucha historia. En la Plaza nos encontramos con el hermoso edificio del Ayuntamiento y su torre en estilo gótico, la Iglesia de San Nicolás, de estilo barroco, el Monumento a Jan Hus y la singular Iglesia de Santa María de Tyn. Pero al día siguiente descubriríamos más sobre la plaza y sus monumentos, hoy sólo los disfrutamos sin profundizar.
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Torre del Ayuntamiento (izda.) e Iglesia de San Nicolás (dcha.). A su lado el monumento a Jan Hus.
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Posando felices con la Iglesia de Santa María de Tyn, al fondo.
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Si Praga nos había parecido bonita de día, al caer la noche adquiere un aspecto íntimo y romántico sin igual, talmente sacada de un cuento.
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Propinas en Praga

La verdad que pasear de noche por Praga era una gozada, sólo había dos inconvenientes: que estábamos muy cansados (nos habíamos despertado muy temprano) y que al caer la noche las temperaturas también caían y hacía mucho frío. Por eso decidimos volver al hotel tranquilamente tratando de encontrar algún sitio de comida para llevar. Y encontramos un tailandés que me habían recomendado en el foro de los viajeros que, efectivamente, tenía comida para llevar. Pero cuando entramos nos pareció tan chulo que cambiamos de planes y nos quedamos a cenar allí (Restaurante NOI: mi crítica en Tripadvisor aquí).
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De primero pedimos un mix de pollo satay, rollito de primavera y pastel de gamba, y de segundo pollo con leche al curry y tallarines con salsa de tamarindo. Todo estaba muy rico pero muy picante (y eso que el picor era "medio" según la carta). Menos mal que nos pusieron una buena jarra de agua (que por cierto, es más cara que la cerveza en todas partes).
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También aprendimos cómo era el tema de las propinas: En Praga las propinas no son obligatorias, pero es común dejarlas (parecido a España). Lo normal es que el servicio no esté incluido, y por eso se deja entre un 5% y un 15%. En la práctica el estándar suele ser el 10% y en la cuenta que os traigan se encargarán de poner bien claro y subrayado que "TIP IS NOT INCLUDED". Si no nos lo ponían nosotros por defecto no dejábamos nada, pero cada uno es libre. Si se paga con tarjeta te cobrarán sólo la cuenta sin propina, y se la puedes dejar aparte en efectivo o especificar cuánto quieres que te carguen en la tarjeta en total. Aunque hay algunos camareros que si no se la dejas en efectivo no la querrán, como nos pasó a nosotros el día siguiente y que fue un poco violento. Por supuesto la propina se espera por el servicio, así que si compráis algo para llevar no se espera ni es lo normal dejar propina.

Con la barriguita llena y muy felices de estar "on the road again" nos fuimos a descansar al hotel y a preparar el día siguiente. Como nos parecía que Praga tenía mucha historia y no habíamos tenido apenas tiempo para preparar el viaje, reservamos esa misma noche el Tour gratuito de Sandemans por si acaso nos quedábamos sin plazas, ya que aunque era febrero había bastantes turistas por la calle.
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